EL GENERAL ÑUFLO DE CHAVES Y LA FUNDACIÓN DE SANTA CRUZ DE LA SIERRA
Recordando la fundación de nuestra Santa Cruz (el 26 de febrero de 1561) te presentamos una breve reseña histórica de este valioso acontecimiento, con datos precisos aportando al conocimiento cultural que deberíamos tener como ciudadanos.
Santa Cruz de la Sierra fue fundada el 26 de febrero de 1561, a orillas del arroyo Sutó, por el Capitán General Ñuflo de Chaves, con autorización del Virrey Don Andrés Hurtado de Mendoza. Aunque no se conoce el paradero del Acta de Fundación levantado en aquella épica jornada, el escritor Enrique de Gandía la conoció (1935). Sin embargo existen varios documentos del mismo año que ratifican el acontecimiento (Véase Finot).
El fundador nació en Santa Cruz de la Sierra, de Extremadura, probablemente el 12 de junio de 1518 (por su santo). “De la unión de doña María de Sotomayor García de Chaves con don Alvaro de Escobar nacieron dos infantes, Diego, el mayor, y Onofre u Onufrio, el menor”. En aquella época los hijos podían elegir para su apellido el de cualquiera de sus antecesores. Tomó el de su abuelo materno y “el uso popular, acaba por podar el nombre de pila, hasta transformarlo en Nuflo, que nosotros hoy, decimos Ñuflo” (Sanabria).
Llegó a territorio americano con el segundo adelantado del Río de la Plata, Don Alvar Núñez Cabeza de Vaca”. Cuando la flota llega al puerto de Santa Catalina en el año 1541, ya ostentaba el grado de Capitán. Si bien se ha repetido durante mucho tiempo el mismo rango de Don Ñuflo, los documentos de la época posteriores a la fundación de Santa Cruz siempre lo mencionan como “el general Chaves”; pues desde que puso pie en este continente trabajó incansablemente y ascendió a esa responsabilidad gracias a su gran talla humana.
Cuando el gobernador Martínez de Irala le encomienda fundar al norte de Asunción “Chaves se convierte así en ‘General’, función que solamente se le asignaba a los capitanes que comandaban las grandes expediciones” (Roberto E. Porcel). Era un rango político administrativo, que de por vida lo conservaba el militar que lo ostentaba. Posteriormente los ejércitos lo asumen como grado.
El bando dictado por Chaves el 22 de abril de 1558, al escribano Bartolomé Gonzáles lo registra como “dicho señor Capitán General”. La “Relación de la ciudad de Santa Cruz de la Sierra y su Gobernación”, escrita en 1571 por el gobernador Don Juan Pérez de Zurita señala el lugar “donde mataron al General Ñuflo de Chaves”. Una carta del Presidente de la Audiencia de Charcas anunciando la fundación de un monasterio de monjas en la ciudad de la Plata, registra en 1581 a las “dos hijas del general Ñuflo de Chaves”. Su hombre de confianza, el Capitán Hernando de Salazar, en su declaración de 1588 lo nombra como: “General Ñuflo de Chaves…” (Finot).
Don Ñuflo fue grande, en todo el sentido de la palabra; tan grande como el nuevo continente. Actuó como militar, como político y como diplomático en ambos lados de América; fue conocido y respetado tanto por españoles como por nativos. Hombre de honor en lo público y virtuoso padre de familia. Un verdadero idealista, encantado por la fantástica geografía.
Fue el primer hombre que cruzó el continente de lado a lado, del Atlántico al Pacífico, para lograr la conquista del centro de América meridional. Si bien existen indicios de cierto camino indígena denominado Peabirú, no se tiene pruebas de que se haya hecho tal travesía completa, antes, pues no era necesario hacerlo para la obtención de metales, ya que existían puntos intermedios.
Manuel Domínguez así lo describe: “Aquel enorme Chaves… Fue de Asunción a Lima dos veces, a pie, caminó 5.600 leguas en diez y seis expediciones, flecha humana que volaba a todas direcciones en pos de sus quimeras…” La española Maite García es más contundente: “Ñuflo hizo veinticuatro entradas, desde el treinta de mayo de 1541, hasta el 5 de octubre de 1568… Asombra la cifra de más de ¡Ochenta y cinco mil kilómetros!” Empequeñece los dos sobrehumanos paseos de Alvar Núñez y ridiculiza los maravillosos recorridos de Marco Polo. “Con la enorme diferencia de que las de Ñuflo están inequívocamente comprobadas…”
Su pensamiento social y su dignidad militar se resume en un bando firmado por el propio Ñuflo de Chaves, el miércoles 10 de mayo de 1559, dictado después de vencer en guerra a los chiquitos, en el que ordena que cuando llegaren a un lugar donde vayan a reposar, los prisioneros obligadamente debían ser liberados para “volver los tales indios a esta su tierra, si ellos quisieren, porque su intención, conformándose con la de Su Majestad, es poblar y no despoblar…” Un día, con los documentos originales a disposición, alguien debería escribir “El pensamiento de Ñuflo de Chaves”.
Se ha dicho muchas veces que encontró en Chiquitos una “sierra similar” a la de su ciudad natal, en Extremadura. En realidad lo que visualmente es casi idéntico a la original Santa Cruz de la Sierra, es el solitario cerro Turubó (véase ambos a través de google earth). Por otro lado, las descripciones de la época hablan de un lugar cómodo, hospitalario con “grandes labranzas, comidas frutales y pesquerías”, que hacen coincidir lo sentimental con las condiciones ambientales para tomar la decisión de fundar allí.
El cacique o los caciques principales que pactaron con Chaves para que realice la fundación en aquel lugar no los conocemos de manera precisa, pero es seguro que ha tenido que pactar para fundar en paz; esto lo afirmamos también por los antecedentes de su estilo diplomático y por la lista de caciques que aparecen en la distribución de pueblos realizada semanas después de la fundación.
La solemne fundación de Santa Cruz de la Sierra, en tierra de los gorgotoquis, el 26 de febrero de 1561, a orillas del Sutó, se hizo con la participación de 90 españoles y más de 1000 nativos de al menos tres etnias: guaraníes, chiquitos y chanés (los “chiquitos” eran diversos, aquí los mencionamos en relación al espacio geográfico que ocupaban, conocido así probablemente desde 1559).
Cuando hicimos excavaciones en las ruinas de Santa Cruz la Vieja y encontramos tiestos indígenas junto a los hispanos, cierto arqueólogo llegó a la conclusión de que eran de la servidumbre, pero no se puso a pensar que en realidad eran de las esposas y concubinas, que eran nativas, pues sólo el fundador y sus principales capitanes recogieron sus esposas desde Asunción.
No conocemos documentos sobre el acto mismo, pero estamos seguros que fue minuciosamente preparado y ejecutado. Si la salida de Asunción fue perfecta en su organización, el fundador ha tenido que ser muy meticuloso en la Fundación de su obra, más aún con los antecedentes expuestos. Varios escritores han hecho una reconstrucción del acto con referencias de la época.
Allí también estuvo el capitán Juan de Garay, quien fue miembro del primer Cabildo cruceño y posteriormente fundó Buenos Aires, junto a su hijo cruceño del mismo nombre (1580).
Hernando Sanabria destaca el siguiente pensamiento del propio fundador, sobre la razón del nacimiento de Santa Cruz de la Sierra: “Y aunque no se siguiese otro interés más que poblar y desencantar la tierra, era gran servicio a Su Majestad porque de este bien resultaría que otros no se perdiesen” (Ñuflo de Chaves. Memoria de los casos sucedidos en la tierra después que estoy en ella).
Con esas palabras, escritas y firmadas por Ñuflo de Chaves, deja claro, a través de los siglos, que su principal aspiración era fundar un pueblo y descubrir el medio geográfico. Le puso el nombre de su cuna, porque para él era una fundación principal y definitiva, donde más tarde traería su propia familia para quedarse a vivir allí.
Chaves casó en 1550 con Doña Elvira Manrique, hija de don Francisco de Mendoza, gobernador del Río de la Plata, y de doña María de Angulo (Finot). Sus hijos fueron cinco: Francisco y Alvaro, ambos militares; María, Catalina y Elvira; las dos menores monjas y la mayor se casó en 1574 con un soldado de apellido Ossorio. El nieto de Ñuflo, Cap. Francisco Ossorio de Chaves, estuvo como Alcalde durante la traslación de la ciudad, hasta su asiento definitivo a orillas del Piraí (1621).
Después de fundada Santa Cruz de la Sierra, Ñuflo de Chaves se dirige a Asunción, en 1564, para recoger a su familia. A su retorno, con su personalidad de hábil negociador y diplomático seductor organiza una de las hazañas más notables de la época.
Un verdadero Éxodo. “Los asunceños arman una gran expedición para acompañar a Chaves (…) parten en una flota de dieciocho navíos y una gran cantidad de embarcaciones menores, en muchos casos familias enteras, con todos sus bienes, pertrechos y armas y con más de setecientos yeguarizos, llevando consigo sus indios encomendados” (Porcel). Encabezó el gobernador Francisco Ortiz de Vergara, junto a las autoridades de Asunción, intentando llegar a Lima. Muchos de ellos se quedaron en Santa Cruz, provocando una explosión urbana de más de 1 Km2.
Ñuflo de Chaves murió en 1568 y fue enterrado en Santa Cruz la Vieja, donde aún se encuentran sus restos. Escribió y firmó dos documentos: “Información de Méritos y Servicios” (1561) y “Memoria de los casos sucedidos en la tierra desde que estoy en ella” (1566). Lamentablemente no están al alcance de nuestros estudiantes, como debería ser. Pero su legado llegó hasta el asiento definitivo de nuestra ciudad, a orillas del Piraí.
El respeto a sus servicios fue reconocido por la Audiencia en diciembre de 1575 y luego por el rey, el 18 de julio de 1577, decretando el pago de una renta a Doña Elvira y a sus hijos, quienes habían quedado desamparados después de la rebelión autonomista de Don Diego de Mendoza.
Su obra se puede apreciar hoy en todo lo que se conoce como Oriente Boliviano. Nosotros, como otros ayer, en febrero del 2015, expresamos nuestro homenaje de respeto y admiración a la figura más importante de la conquista de América meridional: el General Ñuflo de Chaves, nuestro Fundador